Micotoxinas en la avicultura, efectos en la rentabilidad, medidas de prevención y control
Las micotoxinas, como su mismo nombre lo dice, son toxinas (veneno), que se caracterizan por tener bajo peso molecular y baja capacidad inmunogénica. Son producidos por hongos filamentosos como parte de su metabolismo secundario, y principalmente, por los hongos de los géneros Penicillium, Aspergillus y Fusarium (Abrunhosa et al., 2012).
Sabemos, que desde la antigüedad las micotoxinas han estado presentes, contaminando insumos de uso en la alimentación humana y animal. Para la avicultura, cobró mayor interés en el año de 1960 cuando en Inglaterra se produjo alta mortalidad en aves, principalmente pavos, por una enfermedad que en ese momento fue conocida como «turkey X disease». Durante la epidemia, millares de aves murieron después del consumo del alimento que incluía torta de maní procedente de Sudamérica. Pesquisas posteriores, determinaron que el alimento había estado contaminado con aflatoxinas y el principal hongo encontrado fue el Aspergillus flavus (Austwick, 1978).
La producción de micotoxinas puede acontecer en las diferentes etapas de la cadena productiva de los alimentos. Desde el campo, la cosecha, el transporte, almacenaje e incluso durante la elaboración del alimento o producto final (Abrunhosa et al., 2012). Entre los factores que influyen para su presentación están incluidos la temperatura, actividad de agua (Aw), humedad relativa, el nivel de oxígeno, nivel de dióxido de carbono. Así como también, la presencia o infestación por insectos, roedores, la integridad del grano, composición del sustrado, carga fúngica, competencia microbiana, entre otros. Esta multifactorialidad, es en mayor medida, lo que dificulta el control de la presencia de estas toxinas en los insumos y alimentos.
La intoxicación por micotoxinas se puede dar por inhalación, contacto con la piel, y la forma más común es la ingesta junto con el alimento contaminado. Han sido comprobados los efectos biológicos que producen, que incluyen intoxicación aguda, carcinogenicidad, teratogenicidad, mutagenicidad, efectos alucinógenos, eméticos, estrogénicos, hepatotóxicos, nefrotóxicos y citotóxicos, muchas veces desencadenando inmunosupresión y alteraciones endocrinas.
Según la Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO), el 25% de los alimentos a nivel mundial están contaminados con alguna micotoxina, además, la mayoría de los hongos son capaces de producir más de una micotoxina simultáneamente, y como consecuencia, aumentar el riesgo de la co-exposición a estas toxinas y su impacto en la salud humana y animal por los posibles efectos sinérgicos (Miller, 1991; Schiefer et al., 1986).
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